El jefe del grupo shiíta, asesinado el viernes por Israel en un bombardeo masivo contra los suburbios sur de Beirut, ha despertado los temores a que las diferencias entre los 18 credos religiosos que intentan convivir en el Líbano se exacerben. Y eso provoque una nueva crisis en el país mientras los cazas israelíes siguen lanzando ataques en la ciudad.