El Nuevo Frente Popular, aliado a Emmanuel Macron, propone implementar un impuesto del 90 por ciento sobre los ingresos anuales superiores a 400.000 euros y reducir la edad de jubilación.
El Nuevo Frente Popular de Francia, partido de extrema izquierda que ganó de las elecciones legislativas del pasado domingo, planea recurrir a la típica estrategia de la izquierda para generar ingresos: un “impuestazo” para los más ricos.
La coalición de izquierda ha dejado claro que su intención es implementar una tasa del 90% para las rentas más altas, similar a algunas medidas de anteriores líderes franceses como François Hollande, ex presidente de la República entre 2012 y 2017, aunque sin tener mucho éxito .
En esta ocasión, el desafío para el Nuevo Frente Popular (NFP) será aún mayor, ya que no controlan el Palacio del Elíseo, ocupado por Emmanuel Macron, quien, mediante una “campaña del miedo” contra la derecha, similar a la realizada por Sergio Massa a Javier Milei, ha logrado infundir temor en la población francesa, lo que resultó en un desempeño mejor de lo esperado en estas elecciones.
El programa del NFP incluye varias medidas populistas: una tasa impositiva del 90 por ciento sobre ingresos anuales superiores a 400.000 euros, una reducción en la edad de jubilación de 64 a 60 años, la congelación de precios de “bienes esenciales”, un aumento del 14 por ciento en el salario mínimo y compromisos de gasto de al menos 150.000 millones de euros en tres años, según destaca el diario The Times en su análisis post-electoral.
El diario francés Le Figaro ha recopilado opiniones de expertos que cuestionan la constitucionalidad de algunas de estas medidas fiscales, sugiriendo que podrían ser rechazadas. Según este periódico, diversas opciones fiscales planteadas por el Nuevo Frente Popular en su “contrato legislativo” han sido objeto de críticas por parte de economistas y analistas, preocupados por sus posibles consecuencias económicas y cuestionando su viabilidad práctica.
Entre las propuestas más discutidas se encuentra la idea de “aumentar la progresividad del impuesto sobre la renta a 14 tramos“, un proyecto cuyos detalles aún no están completamente definidos. Este plan recuerda al programa de Jean-Luc Mélenchon, quien en 2022 propuso una escala de impuestos que iba desde el 1% para ingresos entre 0 y 10.292 euros, hasta el 90% para ingresos superiores a 411.683 euros.
El equipo de campaña de La Francia Insumisa ha indicado que estos límites podrían cambiar esta vez, afirmando que “las tasas y umbrales exactos de cada tramo se determinarán en consulta con los interlocutores sociales y expertos fiscales para garantizar la eficacia y justicia de esta reforma“.
Las medidas fiscales del NFP no solo buscan aumentar los ingresos del Estado mediante el robo al sector privado, sino también “redistribuir” la riqueza y reducir las “desigualdades“. La historia reciente muestra que este tipo de propuestas suelen ser difíciles de materializar debido a la oposición de diversos grupos sociales, que saben muy bien el desastre económico que causarían.
Además, la propuesta de reducir la edad de jubilación y aumentar el salario mínimo también enfrenta grandes desafíos. Estos cambios requieren un manejo responsable de los recursos públicos, algo imposible para la izquierda, y una estrategia seria para incrementar los ingresos del estado, evitando impactos negativos en la economía, como la inflación o la caída de la competitividad.
El compromiso de gastar 150.000 millones de euros en tres años representa una mala noticia para el contribuyente francés, quien será la verdadera víctima de todo esto, teniendo que pagar, con el fruto de su trabajo, las demagogias de los políticos.